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Cerdanyola no se lo merece

25 de gener de 2017 a les 11:51

Sin lugar a duda, una de las principales entradas a Cerdanyola del Vallés está constituida por el inicio de la avenida de la Primavera hasta su confluencia con la plaza del Estatuto y, las convergencias urbanas con dicha avenida, sin olvidarme del río Seco, del mercado de las Fontetas, de la estación de RENFE,
la carretera N -150 y las paradas de taxis y autobuses.

A la mayoría de los habitantes de la ciudad y a muchos visitantes que recorren y observan la referida entrada en su conjunto, les debe resultar deplorable y humillante el espectáculo urbano que presenta dicha zona, donde la carencia de arbolado deja paso a una deprimente invasión de automóviles aparcados o circulando, muchos contenedores de basura, farolas y mobiliario urbano invadiendo las estrechas aceras, haciéndolas intransitables o peligrosas para muchas personas.

Cerdanyola, ciudad universitaria y tecnológica, es un municipio modelo en el área metropolitana de Barcelona por sus extensas zonas verdes, armónica convivencia y ambiente sosegado. Por consiguiente, no se merece una entrada tercermundista como la descrita anteriormente. Solo es cuestión de inteligencia y voluntad política, para poner en marcha un proyecto urbano que racionalice la distribución del espacio, para que exista un reparto justo entre viandantes, automóviles, arbolado y elementos urbanos, dando prioridad al enaltecimiento de la vía pública por medio de amplias aceras, muchos árboles, alumbrado público, mobiliario urbano, imbornales singulares y supresión de todas las
barreras arquitectónicas.

Me he detenido en esta singular y degradada zona, porque una ciudad como Cerdanyola no se merece esta vulgar entrada; pero hay muchos más espacios públicos deteriorados e ignorados. Y mientras tanto, qué hacen los partidos políticos y sus anodinos actores o torpes currantes elegidos en listas cerradas y bloqueadas, votadas por una mayoría de ciudadanos adocenados y jaraneros; sencillamente, cumplir con el cotidiano trámite administrativo, propagar discordias o entretener al personal con sus teatrales utopías. Y como colmo, una gran colectividad gregaria y joven pasando de política, porque ya tiene suficiente con el Instagram y el Whatsapp.


Manuel Buenaño Pastor